EL VIEJO.

Miro al viejo sentado en el tronco del árbol, me acerco poco a poco percatándome de detalles que llaman mi curiosidad; veo un gran maletín raído por el tiempo, una alforja y al costado, entre sus piernas la gran botella de agua que recién lleno con un balde tan viejo como él y apoyado en el maletín su perro que fue blanco en su tiempo resaltando su lengua rosada y sus ojos vivaz mirando a su amo.
Pobre viejo pienso, al ver sus zapatos gastados de tanto caminar desde donde se asoman sus dedos, esta pensativo, su rostro surcado de arrugas profundas, el pelo blanco y crespo asomando bajo el sucio sombrero, resaltando sus bellos ojos azules y su barba blanca y risada.

Estoy frente a él, lo saludo y pregunto ¿anciano que lleva en ese maletín? _Biblias _ responde con voz profunda y suave.

Perpleja exclamo ¡Biblias! En estos parajes y le aclaro _esto es campo anciano_. (Pensando en mi interior que tanta pobreza había dañado su mente) él me mira y me dice ¿hija porque te sorprende? el lugar no tiene importancia hay almas que rescatar, y la Biblia te entrega el conocimiento de la vida de mi Señor Jesucristo, Con ironía le digo ¿si andas en tan buena misión, porque estas tan pobre?

Ahora su mirada fue mas dulce todavía, me dijo _ no mires lo que ves, mira lo que no ven tus ojos y descubrirás la verdad.
Me pasa una Biblia y da fin al dialogo.

Desconcertada sigo mi camino.

Durante años he leído mi Biblia, conocí y recibí a mi Señor Jesucristo en mi corazón; recordando siempre al viejo del camino y al hombre mas rico que he conocido.
ISA.