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miércoles, 27 de agosto de 2008

CRECIMIENTO PERSONAL.



Una serie de hechos recientes me hacen meditar en como los seres humanos estamos viviendo en razón del dinero olvidando la importancia de vivir.

Cierto es que el dinero es parte de la vida, pero solo en lo material para cubrir nuestras necesidades, comodidades y otros, pero cuando nos enfrentamos a las vicisitudes de la vida nos damos cuenta de la poca importancia que tiene el dinero ya que no podemos comprar los apegos, el amor o los buenos sentimientos que es a la larga lo que realmente une a los seres humanos.
Se puede perder todo lo material en esta vida y volver a reponer si no en la misma forma se logra recuperar lo perdido, pero cuando perdemos un ser amado jamás lo recuperaremos en este mundo. Para los cristianos está la esperanza, que tiene que ver directamente con la eternidad de cada ser y saber que es ¡un hasta luego! ese solo echo trae la conformidad para seguir viviendo.
Las personas que viven para atesorar bienes en esta vida valdría la pena se preguntaran;
¿Qué entra en el ataúd?
¿Cómo se lleva el auto, las joyas, o los dineros del banco? Muchos dirán bueno “todo queda para mi familia” pero la pregunta es ¿nacimos para eso?
¿Ese es el fin de tantos desvelos?
No busquemos subterfugios para atesorar riquezas mintiéndonos que es para nuestros hijos.
Cuando la mejor herencia para los hijos es el amor, los principios, valores y educación,

El dinero da poder y cierta tranquilidad en el diario vivir, nos permite tener un status ante la sociedad que no podemos negar, pero si el conseguirlo nos hace olvidar que ante todo somos personas con sentimientos y nos olvidamos del Sentir es preocupante. ¿Que mayor satisfacción puede sentir un ser humano cuando tiende la mano al necesitado?
¿Qué merito dan las riquezas al que no tiene entendimiento ni virtud?
Considerando que la caridad en el sentido en que ahora la tomamos es, efecto de una virtud moral y cristiana, que consiste en socorrer al prójimo en sus necesidades, a de ser el distintivo de todos los cristianos, siendo una señal por donde todos conocerán que se profesa el cristianismo, es el tener las manos abiertas para socorrer al otro. A veces es no es precisamente voluntario y pura benevolencia; es en algunos casos de justicia y de obligación indispensable.

Es señal de un buen corazón tener compasión de los afligidos. El que se muestra duro en los trabajos de otro, es poco agradecido de los beneficios de Dios, recordemos que el primer fruto de la caridad, no consiste en ternuras exteriores, ni en lágrimas estériles; pide necesariamente socorros efectivos. Pero no olvidemos que No solo con el dinero podemos socorrer a una persona, pensemos que a un enfermo le consuela mucho una visita, una señal de amor, una caricia o la palabra de aliento tan necesaria en esos momentos.

Muchas veces las riquezas logradas, no tienen otra verdad, ni otra solidez, que los remordimientos que causan, los desvelos y las fatigas con que regularmente se consiguen cuestan mil sudores y amarguras: y en sustancia, después de tantos trabajos, ¿qué es lo que logra? Satisfacciones fugaces y pasajeras, pero nada sólido, y aun se puede añadir nada real.
¿Qué cosa mas inscontante y caprichosa lo que llamamos fortuna?
¿Qué importa tener muchos bienes para gozar por muchos años, si faltan años para gozar de esos bienes? Viene la muerte y da por tierra con todos los proyectos. ¡Que pena! ¡Que error! ¡Que locura mas deplorable que de constituir la felicidad en la opulencia, y en la abundancia de bienes!

La persona que me llevo a escribir este articulo esta agonizando de un cáncer al hígado, Alejandro, un ser humano ejemplar que sus riquezas las repartió de la siguiente forma: su equipo de pesca para su segundo hermano, su chaqueta querida para su tercero hermano y su joya ,su reloj para su hermano menor, para su esposa el poco dinero que posee , a su cuñada y sobrinos una carta y a su madre su dedicación de años, cuidándola, amándola y acompañándola en su vida con amor y humildad extraordinaria, el resto de sus pertenencias que son prendas de vestir para el Pastor de la iglesia para ser repartida entre los necesitados. Alejandro, no posee bienes ni riquezas PERO, Créanme la paz, la tranquilidad y el amor de este hombre en su enfermedad nos deja una lección de vida digna de admiración y respeto.

¡Con cuanta dignidad deja este mundo!

Con cuanta paz Alejandro emprende su ultimo viaje, no hay en El, culpas, ni remordimientos solo ¡Paz y Esperanza! para su encuentro con Dios y sus seres amados que lo esperan, dejando en nosotros el vacío de su presencia y el recuerdo imborrable de haber conocido un hombre de tal integridad.

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